La fobia a las arañas se define como un sentimiento de asco o repulsión hacia cualquier arácnido que se nos cruce por delante. Es un miedo irracional. Nuestro cuerpo reacciona a situaciones en las cuales estamos cerca de estos animales de manera espontánea y en muchas ocasiones incontrolable.(1)
No debe confundirse con el miedo a las arañas; este nos permite racionalizar y, a pesar de tener algún sentimiento de repulsión ante ellas, somos capaces de controlarnos y actuar según las circunstancias. El hecho de que veas una araña y sientas asco por ella no te hace aracnofobico.
Las personas que sí lo son tienden a quedarse paralizadas o a salir corriendo y, en casos extremos, hasta pueden sufrir ataques de pánico severos.
Una persona con miedo a las arañas tiene la capacidad de enfrentarse a ellas, ahuyentarlas o atacarlas sin muchos problemas. En cambio, una persona con fobia a las arañas no tiene la capacidad de razonar en el momento en que ve una, ya sea en la televisión, en una película o incluso en una fotografía.
Ahí radica la verdadera diferencia entre el miedo y la fobia, en que uno te permite actuar y el otro te paraliza por completo.
Cuando somos aracnofóbicos, corremos el riesgo de convertirnos en personas con trastornos obsesivos compulsivos.
Por ejemplo, un ama de casa con este trastorno va a tratar de tener siempre su casa limpia y ordenada, cuidando que no haya ningún resquicio en donde se pueda ocultar una araña. De esa forma, puede pasar todo el día, limpiando y limpiando para evitar que ninguna araña entre en su morada.
Otro ejemplo podría ser la persona que va a acampar el bosque. Sabiendo de las altas posibilidades de que las arañas entren a su zona de camping, tiende a adoptar un estado de constante alerta que lo hará revisar una y otra vez sus cosas para cerciorarse de que ninguna entre en su carpa.
En estos dos últimos casos, la fobia se transforma y comienza a convertirse en lo que se conoce como “aracnocentrismo”.
Esta última condición es grave por cuanto afecta directamente el estilo y a la calidad de vida de la persona. Es como si cada día se convirtiera en una película de terror, estando alerta en cada momento para asegurarnos de que ninguna “mortal” araña puede entrometerse en nuestro camino y hacernos daño. El hecho mismo de pensar tanto en ello ya está arruinando nuestra vida.
Síntomas de la aracnofobia
Una persona con aracnofobia puede presentar los siguientes síntomas en el momento de cruzarse con uno de estos animales:
- Pánico: este es el mayor síntoma y el más exteriorizado. La persona puede tener un ataque de pánico general y expresarlo con gritos, llanto e incluso saliendo de inmediato del lugar en el cual se encuentren las arañas.
- Aumento del ritmo cardíaco: apenas tengamos contacto visual con una araña nuestro corazón comienza a latir mucho más rápido. También se nota en la respiración, que se vuelve más agitada.
- Náuseas: en algunos casos, la repulsión suele ser tan profunda que sentimos náuseas y hasta podemos llegar a vomitar.
- Asfixia: También podemos tener dificultades para respirar, con una extraña sensación de ahogo que hace que nos falte el oxígeno.
- Parálisis: también podemos quedarnos paralizados ante el insecto. Depende de cada persona y su forma de afrontar determinadas situaciones de pánico.
- Dolor en el tórax: combinado la sensación de ahogo y un aumento repentino del ritmo cardiaco podemos llegar a sentir un leve e incómodo dolor en el pecho en el momento de encontrarnos ante cualquier arácnido.
- Paranoia: podemos imaginarnos mil escenarios trágicos en los cuales esa pequeña araña termina haciéndonos mucho daño, ya sea con una picadura mortal o transmitiendo alguna enfermedad letal. Del mismo modo, aun cuando no estamos en presencia de un arácnido podemos volvernos paranoicos y pensar que en cualquier lugar o en cualquier momento podemos ser atacados por una araña.
- Problemas intestinales: en algunos casos nuestro cuerpo se descompensa tanto que podemos tener problemas de incontinencia, lo que nos llevarán a ir al baño en cuestión de segundos o incluso hacer la deposición encima.
Si sientes alguno de estos síntomas es muy probable que tengas fobia a las arañas. Pero no sientas que tu vida está terminada. Podemos solucionar este problema y mejorar nuestra percepción general de las arañas.
Causas de la fobia a las arañas
Como hemos visto, se han presentado varias posibles causas de esta fobia, aunque por el momento, ninguna se ha confirmado y todas siguen siendo simples teorías. Lo cierto es que cuando la aracnofobia pasa a ser aracnocentrismo puede llegar a ser irreversible. Hasta ahora las causas que se conocen como posible origen de la fobia más extendida del mundo son:
Procesos evolutivos
Según varios científicos, hemos desarrollado en nuestros genes un instinto de supervivencia ante las arañas debido a que históricamente han causado muchos problemas a la humanidad.(2) En la época de las cavernas, cuando comenzaron a erguirse los primeros homo sapiens, las arañas eran temidas porque se pensaba que provocaban diversas enfermedades.
Este proceso determinó que nuestro ADN desarrollara un instinto de rechazo hacia estos animales.
Otro ejemplo más reciente se tiene en la Edad Media, cuando la peste bubónica arrasó Europa con miles de muertes a causa de los arcaicos métodos medicinales. Por aquel entonces se pensaba que las arañas eran las causantes de la enfermedad.
Por eso la sociedad, en general, desarrolló un temor hacia los arácnidos, pensando que cualquiera que hubiera sido picado por una araña iba a contraer la peste inevitablemente.
¿Cómo de válida puede ser esta teoría? La verdad es que en la Edad del Bronce ya se descubrió que las enfermedades eran causadas por pulgas y ratas y no por las arañas. Además de ello, en la época Moderna también se confirmó que solo un 1% de las más de 40.000 especies de arañas que habitan sobre la tierra son verdaderamente letales, siendo la araña parda y la viuda negra las que realmente pueden ser mortales ¿No debería haberse erradicado la fobia al tener esta información?
Genética
Esta teoría es mucho más problemática que la anterior. En los años 90 un profesor de la Universidad de Londres, Graham Devay, realizó un estudio con un grupo de estudiantes en los que descubrieron que un alto porcentaje de las personas que sufrían aracnofobia tenían un pariente directo que también la padecía.(2)
Datos muy contundentes que se reforzaron cuando a principios del s. XXI, en 2003, un grupo de investigadores del Instituto de Psiquiatría de Virginia y del Comportamiento de la Genética realizaron un curioso experimento: tomaron a dos gemelos adultos y realizaron algunos estudios que determinaron que sí existe una relación genética en el comportamiento que tenemos con las arañas.
Experiencias traumáticas
Una de las teorías más aceptadas por la comunidad científica explica que la fobia a las arañas deriva de alguna experiencia traumática que hayamos tenido en el pasado. La misma no necesariamente debía estar ligada a las arañas directamente.(2)
Por ejemplo, si en algún momento de tu vida estuviste en una situación que te generó pánico mientras tenías cerca de una araña, si te percataste de su presencia es posible que hayas desarrollado una relación entre esa sensación de pánico y los arácnidos.
Esta teoría se ve reforzada cuando analizamos el experimento de Ivan Pavlov. Este científico ruso descubrió que se pueden condicionar ciertos estímulos. Lo demostró mediante el conocido experimento del perro pavloviano. Este consistía en colocar comida en un plato a un perro y hacer sonar una campana mientras comía, creando así una relación entre el sonido de la campana y el hambre del animal. De este modo, cada vez que la campana sonaba, aun cuando no había comida en el plato, el perro comenzaba a salivar como si estuviera a punto de comer.
Sabiendo esto, ¿es posible que se cree una relación entre la sensación de pánico generada por una experiencia traumática y las arañas? La respuesta es que, si se puede, pero de igual forma no explica porque tantas personas en el mundo, que no necesariamente hayan tenido una experiencia traumática en sus vidas, tengan miedo a las arañas o algún tipo de repulsión hacia las arañas.
Del estímulo a la incertidumbre
Por último, surgió una teoría por parte del profesor de la Universidad de Paymouth, John May, quien asegura que los colores, la forma de las patas y los movimientos impredecibles de los arácnidos nos generan incertidumbre, la cual por sí sola genera miedo en los humanos. Esta teoría tiene menos fundamentos y es menos aceptada, pero se encuentra en la misma categoría que los demás: solo son teorías.
Tratamientos para superar la aracnofobia
A pesar de que no se ha confirmado ninguna causa para explicar esta fobia, si se han descubierto algunos tratamientos eficaces para combatirla, especialmente en aquellos casos que no señalen como irreversibles.
Tratamiento cognitivo-conductual
Este tratamiento se basa en reestructurar el pensamiento o los prejuicios que se tienen respecto a estos animales. Para ello se utilizan técnicas como la meditación, para interiorizar las preguntas ¿realmente es tan peligrosa? o ¿puede hacerme daño una araña? De este modo, la persona cambia su percepción hacia los arácnidos. Se puede llevar a cabo con la ayuda de un profesional, pero también la misma persona puede aplicarse estas técnicas para superar su miedo a las arañas.(3)
Dentro de estas técnicas también encontramos otra algo más extrema para el paciente. Se trata de los tratamientos de sensibilización, en los cuales los pacientes son expuestos gradualmente a las arañas para que puedan superar su miedo. Esta necesita de mayor dedicación y, sobre todo, de más valor de parte del paciente, pero es la que mejores resultados ha demostrado hasta el momento.
PNL
Los alcances de la Programación Neurolingüística o PNL aún no tienen techo. Si bien son utilizados constantemente para motivarnos, también pueden ayudarnos a superar la fobia a las arañas. Al igual que las palabras pueden hacer que tu autoestima suba, también son capaces de hacerte ver que las arañas no son tan malas, cambiando la sensación de terror por calma y comodidad cuando estás cerca de alguna de ellas.(4)