Tipos de emociones

Supongamos que nuestra psique es una selva remota de incontables elementos. ¿Qué podríamos encontrarnos allí? Desde plantas y animales salvajes, hasta climas y zonas gallardas y despiadadas para cualquiera que se aventure a explorarlas.

Es obligatorio recordar, que cada parte del todo cumple un papel fundamental para la existencia de la selva, de hecho, suele ser así en los entornos naturales, ya que la ausencia de una pieza cualquiera, puede suponer un desequilibrio gradual del funcionamiento conjunto.

Si trasladamos esta analogía a nuestra vida diaria, nuestro mundo interior y todo aquello explorado e inexplorado serían un escenario inabarcable pieza por pieza. Sin embargo, si ponemos dentro de contexto todos los elementos, quedan automáticamente definidos por la función que cumplen, con esto podemos distinguir entre diferentes tipos de emociones.

Entendiendo las emociones

Las emociones dan vida a nuestros pensamientos y actos, nos otorgan nuestra humanidad y gestionan cada decisión tomada. Éstas suelen tomar forma en expresiones a nivel intelectual por medio de pensamientos y a nivel corporal por medio de sensaciones.

Al hablar de la emociones, debemos describir una serie de eventos, que sin darnos cuenta, realizamos cada día en modo automático, a veces nos percatamos de algunos, otras veces no, pero en definitiva determinan nuestro proceder frente a cada eventualidad.

Las emociones se caracterizan por ser reacciones psicofisiológicas frente a circunstancias y situaciones que provocan algún tipo de respuesta, podría decirse que cualquier impulso o agitación, sea positiva o negativa  equivale a una emoción conocida o por conocer que se desarrolla de manera natural dentro de nuestro organismo.

Todos los seres vivientes experimentamos emociones

Para que veas hasta que punto nos influyen las emociones veamos este ejemplo. Si nos acercamos al fuego solemos sentir sensación de calor que determina nuestro comportamiento, es decir, en este caso hasta donde podemos acercarnos al calor del fuego.

Lo mismo ocurre con el resto de los seres vivientes, por tener plena capacidad sensorial de percibir y recibir estímulos externos que nos hacen actuar de una forma determinada.

No obstante, sería una osadía no otorgarle crédito a la ciencia, donde la neuropsicología, como rama científica, ha concluido el mapa que engendra las emociones. Básicamente se reduce a la conexión entre dos redes neuronales:

  • La red subcortical que se encarga de activar emociones sin que estos impulsos lleguen a la corteza cerebral, de tal modo que el sujeto responde con esta especie de emociones gracias al rápido procesamiento de información que se ejecuta.
  • La red corticolímbica, que no transfiere la información proveniente del estímulo tan rápido como la red subcortical, pero aporta más información de forma más detallada.

Ambas redes aparecen conectadas a la región del sistema límbico denominada amígdala cerebral.. La amígdala cerebral es a las emociones, lo que las glándulas al sistema endocrino.

Es necesario experimentar diferentes tipos de emociones para proyectar lo que queremos de nuestro alrededor, así como de nuestros proyectos y aspiraciones. En cierto sentido le dan forma a nuestra realidad e influyen determinantemente en la forma en la que la percibimos.

Cuanto más sabemos de ellas, más comprometidos nos sentimos a tomar conciencia y controlar aquellas que nos impiden evolucionar.

El desarrollo de la emociones

Darwin dedicó parte de su vida a estudiar e identificar las expresiones corporales en animales y seres humanos cuando se emocionan, y se quedó sorprendido ante el hecho de que las expresiones corporales, en su mayoría son iguales en todos, con sus diferencias étnicas, físicas y culturales.

Debemos comprender que nacemos con diferentes tipos de emociones y las desarrollamos más a medida que crecemos y evolucionamos. La psicología emocional ha catalogado este amplio espectro tan solo en dos categorías: emociones primarias y emociones secundarias.

De ellas también se derivan algunas otras que se han agregado para profundizar más en el tema, pero que a fin de cuentas, subyacen bajo el mismo techo.

Toda emoción tiene su lenguaje conductual y corporal. Son respuestas motoras que varían la comunicación, la postura, la forma de actuar y el modo de resolver problemas.

La sudoración, el temblor, la alteración cardíaca y sonrojarse ante una sorpresa, son algunos elementos involuntarios y fisiológicos que experimentamos cuando estamos bajo el efecto de alguna de ellas.

El desarrollo de la emociones

Un breve paseo por los tipos de emociones

Son emociones básicas: la ira, el miedo, el asco, la sorpresa, la alegría y la tristeza.

Tiene sentido agruparlas ya que, en ocasiones “no entendemos” porque le tenemos miedo o asco a algo, simplemente es así. Son estímulos que no tienen siempre una explicación, debido a que se desarrollan desde el nacimiento y con el tiempo pueden ir acentuándose.

El asco

Es una emoción de disgusto, desagrado o repugnancia frente a determinados objetos, sustancias o circunstancias. Por ejemplo puede sentirse asco frente a determinados alimentos, a ciertos aromas u olores, etc.

La alegría y la tristeza

Por otro lado, la alegría y la tristeza se viven desde el momento que nacemos. Desde muy pequeños reflejamos de forma inequívoca aquellas cosas que nos hacen sentir bien y aquellas que no.

De grandes solemos perseguir aquello que nos hace feliz, para algunos la fama, el dinero, la pareja ideal o el trabajo de sus sueños cuando en realidad, sin darnos cuenta, perseguimos la emoción de ser felices, que de alguna manera endosamos a un objeto, animal o persona o evento.

La felicidad es una emoción que ensombrece cualquier otra. Nos hace sentir plenos, exitosos, agradables y jocosos, mientras que la tristeza, al ser la contrapartida, desarrolla en nosotros poca tolerancia hacia nuestro alrededor, haciendo opaca cualquier situación favorable.

Sin felicidad no existe la tristeza y viceversa, ambas deben ser experimentadas para poder descubrir y aprovechar nuestro potencial y capacidad de resistencia.

Estos dos tipos de emociones son factores determinantes en el lenguaje corporal de todos. Si estamos felices nuestro cuerpo se moviliza, nos determinamos, nos aceleramos y provocamos dinamismo en todo, y cuando estamos tristes el cuerpo se desconecta, las necesidades básicas se vuelven banales y hasta vacías de sentido.

Todo esto forma parte de un mismo proceso natural que nos hace llegar al fondo para volver a elevarnos hacia la superficie.

La ira

La ira se dibuja como una sacudida en el ánimo que no suelen durar más que un momento, dependiendo de la personalidad y adaptación de cada cual. Es altamente invasiva y tóxica, ya que profundiza en el resentimiento y la rabia, la impotencia y la furia.

Sus efectos en nuestro organismo son terribles y se caracterizan por revelar un humor amargo que muchas veces se encauza en la poca disposición para hacer las cosas y atender nuestro entorno.

Cuando nos sorprende algo nos sentimos desconcertados, a veces abrumados o conmovidos, dentro de un estado provisional de asombro que nos obliga a defendernos solo a través de los instintos, es aquí donde nuestro cerebro reptil actúa y nos insta a recobrar la calma.

Las emociones sociales secundarias

Las emociones secundarias son aquellas aprendidas dentro del círculo social en el que habitamos, generalmente son rótulos sociales que liberan conductas y maneras adecuadas, la idea de lo que es bueno y malo, lo debido y lo indebido.

Si, por ejemplo, en oriente medio las mujeres llevan con orgullo sus burkas para tapar sus cabellos, se sobreentiende que es un aspecto aprendido que inocula una emoción, lo cual para las mujeres del mundo occidental podría parecer irrelevante, ya que no nacieron bajo esta educación.

La culpa, la vergüenza y los celos, todas ellas son clases de emociones que pueden ser también catalogadas como negativas y concebidas por la colectividad. Representan el pudor y las buenas costumbres de nuestra localidad, la manera de interpretarlo todo, nuestros consentimientos, reservas y permisividades.

De manera que, si se nos ha enseñado a cuidar las áreas verdes desde pequeños, difícilmente nos veremos en el futuro afectando la flora en conservación, ya que sentiríamos culpa al hacerlo; así que es perfectamente válido ligar estas emociones con lo aprehendido de nuestra comunidad.

Muchos autores se han dedicado a desarrollar paulatinamente las emociones, saltando la cerca de las básicas y secundarias, personales o sociales, positivas y negativas, clasificando otros estados emocionales de ambiguos o neutros, aquellos que podrían generarnos ni frío ni calor, ni bien ni mal.

Otros, por el contrario, han desplegado conceptos como las emociones estáticas, aquellas que nacen de un estímulo artístico y nos hacen sentir mal o bien, como por ejemplo: sentirnos abrumados al ver una pintura, escuchar una canción y sentir alegría, o tristeza y melancolía.

De nuevo, son generadas por estímulos externos que terminan reposando en un estado de ánimo alegre o triste.

Un breve paseo por los tipos de emociones

¿Emociones o sentimientos?

En ocasiones tendemos a confundir una cosa y la otra, aunque si podemos afirmar que ambas van de la mano.

Todo ser viviente se maneja constantemente con situaciones complejas y muy subjetivas, no todos sentimos y reaccionamos de la misma manera y es durante las experiencias y las situaciones de vida que germinamos técnicas de dominio para no dejarnos arrastrar al extremo por cada emoción.

Este es un tramo muy estudiado por la psicología que trabaja las emociones respecto a las circunstancias externas con modelos teóricos y de conocimiento.

De manera implícita estamos destinados a adaptarnos y a aceptar nuestras emociones cuando afloren, a liberar sus regalos encubiertos en aprendizajes ideales, calibrados a favor de nuestra armonía interna y sensibilidad social.