Falta de comunicación en la pareja

Una comunicación no saludable entre las parejas se ha demostrado por muchas investigaciones como un predictivo de la insatisfacción matrimonial, divorcio, violencia doméstica y la mala salud física.

La verdad del asunto es que, incluso en la mejor de las relaciones con el mejor de los comunicadores, la falta de comunicación está presente. Es fundamental comprender que siempre estamos comunicando. No es posible NO comunicarse. El otro nos incluye en su mensaje. Muchas veces se construyen respuestas por esa respuesta «silencio» que no hubo.

El cómo decimos algo expresa la intención de cómo se desea que sea recibido y un buen recurso ante la duda para evitar conflictos en la pareja es explicar lo que se entendió y cómo se comprendió. Es un reto para entendernos a nosotros mismos y un desafío aún mayor para entendernos en pareja.

Hemos de practicar la escucha con paciencia y curiosidad para poder conocer bien al que tenemos en frente, fomentar una mejor relación ya sea laboral o familiar y por supuesto madurar, avanzar y crecer.

Es de vital importancia para nosotros tomar la responsabilidad total y personal de cómo nos comunicamos en nuestro propio vínculo afectivo: pareja, matrimonio.

La reflexión sobre el propio modo de comunicación es fundamental para ser coherente entre lo que pienso, lo que gio y lo que hago.

Un cierto nivel de falta de comunicación en la pareja es una parte normal de cualquier conversación. Si te paras y piensas en ello por un momento, todas las cosas comienzan a tener sentido.

Lo importante es encontrar recursos y herramientas que permitan mejorar la comunicación que se tiene y para hacerlo de manera correcta y apropiada es bueno utilizar como brújula que debemos siempre tener un dialogo basado en la propia experiencia de lo que esta sintiendo cada miembro y no enfocarnos en culpar y juzgar al otro miembro de la pareja. NO suponer por la otra persona es el mejor recurso que podemos entender.

Cuando tenemos algo que queremos comunicar a nuestra pareja, estamos primero frente a la tarea de tratar de averiguar exactamente qué es lo que queremos decir y, como todos sabemos, esa tarea no siempre es fácil.

La tarea se vuelve aún más difícil cuando lo que tenemos que decir es muy importante para nosotros, o de alguna manera emocionalmente complicada. De alguna manera tenemos que poner las palabras en nuestra experiencia, en lo que queremos decir, y mucho más a menudo que no, las palabras que tenemos tienen al menos algo inadecuado para la tarea.

Si nuestra pareja pudiese meterse en nuestro interior o leer la mente, nos ahorraríamos el duro trabajo, pero… Por desgracia, nos quedamos ahí, con este medio muy torpe de tratar de empaquetar y llevar nuestro significado a nuestras parejas a través del lenguaje y las palabras. Mucho se pierde en la traducción.

Detente, piensa y dilo

Aunque la comunicación es un proceso difícil, también es el alma de cualquier relación sana. Estas son aguas profundas que simplemente debe sumergirse en una y otra vez, hasta que te sientas cómodo con tus retos y seas capaz de nadar en calma.

Esta metáfora se aplica a la realidad, muchas relaciones terminan en crisis porque se ha perdido la comunicación sana y complementaria, donde la pareja dialoga para encontrar soluciones conjuntas y exponen sus malestares de manera clara.

Iniciar una conversación siempre es un borrador, sólo el comienzo de algo que tú y tu pareja formarán juntos. Para ello un dato importante que recomiendan los profesionales de la salud, es poder decir las cosas desde lo que siente uno mismo y comprendiendo que la discusión es entorno a un problema no a la persona en su totalidad.

Ten siempre presente que no es lo mismo pensar en una comunicación desde la búsqueda del culpable a comenzarla en busca de soluciones conjuntas desde el amor y el entendimiento.