Aunque el amor es uno de los sentimientos más increíbles que podamos experimentar, es posible que la idea de enamorarnos nos genere tanto miedo que nos bloquee y nos impida vivir plenamente el amor después de una mala experiencia.
Para verlo con claridad, hemos preparado dos ejemplos asociados al género de dos ciudadanos prototípicos de nuestras sociedades modernas con un evidente miedo al amor o miedo a enamorarse. Ambos ejemplos sería igual de válidos si se intercambiasen las situaciones.
El gran conquistador
Juan es un joven de 34 años con una próspera carrera como administrador de una entidad bancaria. Vive solo hace un par de años y es la envidia de sus amigos, pues siempre suele estar muy bien acompañado.
A Juan le gusta ir a bailar todos los fines de semana, disfruta de la vida nocturna. Cada sábado se deja ver con una acompañante diferente. Todas las chicas con las que sale son muy guapas, sin embargo, hace muchos años que Juan no tiene una relación estable. Él dice que prefiere estar soltero, que aún no se quiere “enganchar” con nadie y que así se siente más libre.
Este fin de semana será diferente para Juan, pues es la boda de uno de sus mejores amigos. Sin duda irá acompañado de una hermosa chica, pero llegada la noche de la fiesta no puede evitar empezar a sentir la soledad.
Mientras que sus amigos se estabilizan, se casan y forman sus hogares, él , piensa dentro de sí, solo tiene compañeras eventuales y relaciones efímeras.
Algo en su interior le hace sentir vacío. Juan no quiere pensar en ello, hoy no es una noche para estar triste, es una noche para divertirse; por lo tanto, trata de olvidar estos sentimientos y se decide a pasarlo en grande.
La mujer independiente
Claudia acaba de cumplir 31 años. Para su cumpleaños no tuvo mejor idea que irse de viaje al Caribe junto con unas amigas. Un merecido descanso después de un arduo año de trabajo, pues Claudia está muy dedicada a su trabajo y rara vez sale.
Claudia es una destacada abogada, es muy competitiva en lo que hace y como no tiene ni esposo ni hijos puede dedicarse a su trabajo al 100%.
Claudia se considera una mujer independiente. Ella opina que no necesita ningún hombre a su lado. Dice que tener pareja solo le complicaría la vida. Ella es una mujer fuerte que no necesita a nadie para ser feliz.
Sin embargo, hoy, cuando Claudia regresó de viaje, entró en su apartamento y se sintió muy sola. Nadie la esperaba, nadie la extrañó. Solo su madre le había dejado un par de mensajes en el contestador del teléfono.
Claudia aún recuerda que hace 5 años estuvo a punto de casarse, pero una infidelidad de su novio hizo que todo se terminara. En su interior, Claudia quisiera poder encontrar una persona especial para compartir su vida.
Pero ya es tarde, mañana hay que trabajar y será mejor no pensar en esas cosas, opina Claudia, así que se acuesta a dormir para apaciguar sus pensamientos.
¿Qué tienen en común Juan y Claudia? Aparte de la edad y el éxito profesional, ambos se sienten solos, a ambos les gustaría poder encontrar una persona que complemente y enriquezca sus vidas, pero ambos también prefieren no pensar en ello. En el fondo ambos parecen estar huyendo del amor.
¿Por qué le tenemos miedo al amor?
Así como Juan y Claudia, hay muchas personas en el mundo que tienen mucho miedo a enamorarse y de distintos modos, huyen de esa posibilidad. Algunos se meten de lleno en el trabajo y descuidan sus vidas personales. Otros tienen relaciones efímeras y pasajeras o se involucran siempre en amores imposibles. Aunque en el fondo, todos desean amar y ser amados.
Si todos queremos lograr compartir nuestra vida con alguien especial, ¿qué es lo que provoca que le tengamos tanto miedo al amor?
En realidad, existen distintas razones por las que una persona puede tenerle miedo al amor. Pero la raíz de todas ellas parece ser siempre la misma: le tememos al amor porque tenemos miedo a sufrir.
Sin lugar a dudas el amor es un sentimiento profundo, que puede traer a nuestras vidas grandes momentos de felicidad, una sensación de bienestar y plenitud. Sin embargo, como todo en la vida, existe también la otra cara de la moneda, y, así como el amor nos puede hacer profundamente felices, también nos puede generar también profundos sufrimientos, decepciones y heridas.
Cuando amamos nos volvemos vulnerables porque el amor hace caer las paredes que existen entre el “yo” y la persona amada. Al hacernos vulnerables estamos más expuestos a sufrir y a perder.
Muchas veces tenemos tanto miedo a sufrir que preferimos renunciar a lo bello del amor para no tener que pasar el amargo trago que implica una ruptura. Y, así, sin darnos cuenta, nos vamos aislando, vamos cerrando las puertas a nuevas amistades, a nuevas relaciones.
Cerramos las puertas a la posibilidad de que alguien nos ame porque relacionamos al amor con una sola cara de la moneda que es el sufrir por amor, pero olvidamos que la cara mas importante es el gozo de sentirse una persona amada.
¿Cómo nace el miedo al amor?
Cada persona con miedo a amar tendrá una respuesta diferente a esta pregunta, pero veamos a continuación las más comunes:
Las malas experiencias en relaciones pasadas.
Tal vez hayamos amado profundamente en el pasado, es probable que hayamos confiado nuestra vida entera a las manos de alguien. Quizá pensamos que el amor duraría para siempre. Pero de pronto nos toca perder, de pronto la relación se acaba.
Muchas veces las relaciones acaban con dolor, con traición, con claras muestras de deslealtad. Entonces en nosotros se genera un fuerte dolor. Las heridas del corazón tardan en cerrar y muchas veces dejan cicatrices imborrables. Es posible, entonces, que a consecuencia de una experiencia traumática tengamos miedo de que algo parecido nos vuelva a pasar.
No queremos volver a experimentar ese dolor nunca más, por lo cual nos parece una mejor idea no generar lazos profundos, de modo tal que no podamos resultar heridos nuevamente.
El miedo al cambio
Cuando uno se enamora, cambian muchas cosas en nuestra vida. De pronto dejamos de frecuentar a nuestros amigos de siempre, tenemos que coordinar nuestro tiempo y horarios con otra persona, nos vemos obligados a cambiar ciertos hábitos de nuestra propia rutina.
Los cambios no siempre son fáciles, a veces nos cuesta romper con nuestros hábitos y costumbres. Además, en todo cambio siempre existe la posibilidad de fracaso. Recordemos esta frase que expresa claramente estos miedos: es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer, porque precisamente lo bueno por conocer es lo nuevo y eso implicaría salir de la zona de confort y enfrentar nuestros verdaderos deseos de amor.
Baja autoestima
Cuando sentimos que no seremos dignos de encontrar el amor, o que tenemos defectos tan grandes que nos hacen poco merecedores de ser amados, es decir, cuando no estamos seguros de nosotros mismos, nos convencemos de la idea de que será imposible que alguien nos llegue a amar, a causa de ello decimos perseguir el amor, pero al mismo tiempo nos autosaboteamos.
Nos fijamos, por ejemplo, en amores imposibles, inalcanzables. Mientras tanto, por otro lado, no le damos oportunidad a otras personas que sí se interesan en nosotros. A veces fijarnos en un amor imposible nos mantiene a salvo de no tener que entablar una relación real.
¿Cómo vencer el miedo a amar y a enamorarse?
El primer paso para superar este temor es reconocer que existe. Mientras lo neguemos y nos digamos excusas a nosotros mismos, tal como hacían los dos personajes de nuestras historias iniciales, no podremos vencer el miedo a enamorarse.
Primero que nada, debemos admitir que en realidad sí deseamos entablar una relación donde podamos amar y sentirnos amados, sin embargo, nos cuesta mucho superar nuestras propias barreras para lograrlo. Si logramos dar este paso, entonces habremos ganado la mitad de la batalla.
Para la otra mitad restante te propongo estos consejos:
Analiza tus propios mecanismos de defensa
Muchas veces le cerramos la puerta al amor de maneras inconscientes, generamos rutinas, hábitos comportamientos que nos llevan a la soledad casi sin darnos cuenta. Entonces tenemos que empezar a buscar cuáles son esas conductas que tenemos que cambiar.
Por ejemplo, a Juan le vendría bien no cambiar de acompañante con tanta frecuencia, sino más bien darse el tiempo necesario para conocer a una persona que le resulte interesante, pues buscar nuevas citas todo el tiempo solo impide que logre generar un vínculo más profundo con alguna de las chicas con las que suele salir.
Claudia, por su parte, haría bien en pasar menos horas trabajando, en vez de esperar solo sus vacaciones anuales para salir con las amigas. Realizar actividades distintas, como inscribirse en un curso de Yoga o de inglés (según sus intereses) puede llevarla a romper sus rutinas y así conocer nuevas personas.
Si, por el contrario, eres de los que siempre se fija en amores imposibles, deja de mirar hacia arriba (al pedestal donde pones a tu objeto de deseo) y empieza a mirar un poco más a tu alrededor, tal vez te sorprendas de lo que puedes llegar a descubrir.
Silencia a tus temores internos
Si has conseguido cambiar tus rutinas y a partir de ese momento empiezas a conocer a alguien que te resulte interesante, es posible que tus propios temores comiencen a generar en ti miles de ideas y razones para salir corriendo y alejarte de inmediato de esa persona.
Pueden surgir en ti razones tan absurdas como, por ejemplo, que no te gusta el color de sus ojos, o que no le gusta la misma música que a ti; incluso llegarán a tu cabeza razones más elaboradas, como que tú y ella pensáis distinto en algunos temas o que vuestras vidas son muy diferentes.
Pero ten cuidado, muchas veces no se trata de razones reales sino simples excusas que tu inconsciente crea para no llegar a lo que tanto teme: el amor.
Así que relájate un poco y solo disfruta de la buena compañía, pues por el momento no se trata de decidir si pasarás el resto de tu vida con esta persona o no, solo se trata de que no te cierres a las posibilidades que una nueva relación te ofrece.
Anímate a intentarlo
Los grandes amores, no son siempre amores a primera vista, no pienses que porque no has sentido mariposas en el estómago al conocer a una persona eso descarta de plano la posibilidad de conocerla más profundamente. Si la compañía de una persona te resulta por lo menos simpática, date la oportunidad de conocerle con mayor cercanía, tal vez nunca llegues a enamorarte de esta persona, tal vez sí.
Quizá puede ser que te enamores y te vaya mal. Nadie tiene una bola de cristal para saber qué pasará en el futuro, pero no cierres puertas antes de haberlas abierto. Salir con alguien o conocer a alguien no quiere decir que la estés aceptando como pareja; sin embargo, es el primer paso para poder generar vínculos más estrechos, y si al final no consigues establecer una relación, pues no pierdes nada.
Para terminar, recuerda que, para perder el miedo a nadar, no hay otra forma de hacerlo que lanzarse a la piscina. Así que con miedo al amor o sin él, sigue adelante, mientras no te cierres al amor este llegará a tu vida en el momento correcto.