Metatesiofobia o miedo al cambio

“Cambia lo superficial, cambia también lo profundo, cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo”.

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Es así como inicia una popular canción de Mercedes Sosa, quien nos recuerda que todo está en constante movimiento, que nada es estático y que todo cambia.

Sin embargo, si el cambio es parte de la vida misma, ¿por qué a veces se nos hace tan difícil cambiar? ¿Es posible que nuestro miedo al cambio sea tan grande que nos llegue a paralizar? ¿Existirá una fobia al cambio?

La respuesta es sí. El miedo a cambiar lo experimentamos todos, pero en distintos grados. Por lo que cuando este miedo se vuelve extremo, irracional y llega a limitar seriamente nuestras vidas, nos encontramos ante una fobia al cambio.

La metatesiofobia o el miedo al cambio

Metatesiofobia es el nombre con el que se conoce al miedo irracional e incontrolable que produce la sola idea de atravesar por cambios en determinadas personas.(1)

Su origen proviene de las palabras “metathesis”, que significa transposición (cambio en el orden usual) y fobia que significa miedo.

Así pues, las personas que sufren esta fobia en particular harán todo lo posible por mantener a los cambios alejados de sus vidas.

No se trata de que se encuentren tan a gusto con su realidad actual como para que no quieran modificarla. Es probable que aun sabiendo que su situación actual no es la ideal, y que algunos cambios podrían ser beneficiosos, se resisten a la idea de tener que atravesar por alteraciones de su rutina y su mundo tal y como está.

¿Se pueden evitar los cambios?

La respuesta más evidente a esta pregunta es que a veces sí y a veces no.

Podemos evitar cambiarnos de empleo, o mudarnos a otra ciudad, podemos evitar cambios en nuestra alimentación y en nuestra rutina, pero hay cambios que no podemos controlar, como la muerte de un ser querido, o un desastre natural, o todo aquello que deciden los demás y nosotros no.

Tal vez, por ejemplo, nosotros no tenemos intenciones de cambiar de pareja, pero si nuestra pareja no piensa igual, inevitablemente nuestra situación sentimental cambiará.

Miedo al cambio

¿Cómo reaccionan las personas con metatesiofobia ante los cambios?

Las personas que sufren esta patología suelen entrar en pánico ante las siguientes modificaciones de su entorno:

Ante los cambios que están en su control

Si pueden evitar hacer un cambio en sus vidas, sin duda lo evitarán. Por lo mismo, estas personas suelen ser muy metódicas, de hábitos bien definidos, no les gusta la variedad, ni el probar cosas nuevas.

Vestirán con el mismo tipo de ropa todo el tiempo, o con los mismos colores, irán siempre al mismo restaurante y pedirán siempre lo mismo. Respetarán los horarios de despertarse, comer, dormir, y todos aquellos que pueden manejar.

Buscarán la estabilidad y la rutina, procurando que los cambios sean los menos posibles y los más pequeños posibles.

Ante los cambios que están fuera de su control

Mostrarán rechazo y negación. Y cuando al fin asuman que por más que lo nieguen la realidad cambió, presentarán fuertes dosis de ansiedad, que pueden ir desde la sensación de angustia, hasta los ataques de pánico.

¿Por qué le tememos al cambio?

Veamos algunas de las razones que nos lleva a resistirnos al cambio:

El cambio implica renuncia

Para darle cabida a lo nuevo, debo primero renunciar a lo viejo, en cierto sentido significa perder. Para cambiar tengo que dejar algo atrás, y este proceso de desprendimiento no siempre es sencillo.

Hay algunos autores que incluso llegan a comparar las etapas del cambio con las etapas del duelo. Pues, aunque los cambios puedan traer cosas mejores, para disfrutarlas debo de atravesar la pérdida, y esto puede ser doloroso.

Miedo al cambio

El cambio implica riesgos

Ante un cambio, por más pequeño que sea siempre tengo dos posibilidades: que me vaya bien o que me vaya mal, por eso no es raro que ante la posibilidad de cambio pasen por mi cabeza preguntas como:

¿Qué pasa si realizo un cambio y luego me doy cuenta que lo que tenía antes era mejor que lo que tengo ahora? ¿Qué pasa si por querer mejorar pierdo lo poco que he conseguido?

Cambiar implica arriesgarse, pues nada nos puede garantizar a ciencia cierta que un determinado cambio realmente mejorará nuestras vidas.

Pongamos un ejemplo: Vamos a suponer que tengo un buen trabajo, ya llevo años en la empresa y estoy bien reconocido, tal vez mi salario no es muy elevado, pero me permite cubrir mi presupuesto familiar. Pero de pronto un día, otra compañía me hace una atractiva oferta.

El puesto es profesionalmente exigente, el sueldo es casi el doble y las condiciones en general son muy beneficiosas. ¿Debería tomar la oferta? ¿Y si me va mal? ¿Si el nuevo trabajo no es como lo espero? Si tomo una mala decisión ya no podré dar marcha atrás. ¿Corro el riesgo?

Algunas personas lo harán, otras preferirán quedarse donde están, algunas se arrepentirán de haber tomado el nuevo empleo y otras se arrepentirán de haber dejado pasar la oportunidad. Lo que está claro es que en este tipo de situaciones nunca hay una sola respuesta correcta. No hay manera de saber cómo nos irá en un nuevo intento y eso para muchos, puede ser difícil de manejar.

El cambio implica esfuerzo

Es muy probable que hayas escuchado hablar de la zona de confort, a veces nuestro miedo al cambio es en realidad nuestra dificultad para dejar nuestra zona de confort.

La zona de confort es esa rutina a la que ya nos hemos acostumbrado, esos hábitos, esas relaciones, ese día a día que ya dominamos y que por lo tanto hacemos de manera casi automática.

Incluso nos acostumbramos a la imperfección. Nos gusta nuestro viejo sillón donde vemos tele, aunque la espuma ya esté muy gastada y ya no sea tan cómodo. No queremos dejar ese par de zapatos viejos, que ya lucen mal, pero parecen haberse mimetizado con nuestros pies.

Del mismo modo, nos acostumbramos a la relación de pareja en la que a menudo peleamos pero que no queremos dejar, al jefe del cual siempre nos quejamos, pero no queremos buscar un nuevo empleo. Nos acostumbramos a las cosas tal y como están.

Es natural que nuestro cerebro busque la estabilidad y la predictibilidad, pues así puede operar de una forma mecanizada y requerir menos esfuerzo.

Las situaciones nuevas, en cambio, requieren que nuestro cerebro utilice mayores recursos, como nuestras capacidades de análisis y síntesis, que son indispensables para la resolución de problemas o para adaptarnos a nuevos requerimientos del ambiente.

El cambio, entonces, por más positivo que sea, requerirá esfuerzo de nuestra parte, requerirá una dosis extra de energía, y no siempre estamos dispuestos a dejar nuestra comodidad ya conseguida para, además, entregar ese esfuerzo adicional.

¿Cómo podemos superar el miedo al cambio?

Todos nuestros miedos y temores son una especie de fantasmas que creamos en nuestra mente, esos fantasmas van creciendo con nuestras propias inseguridades, con nuestra propia angustia, y con nuestros propios esfuerzos para huir de ellos y no enfrentarlos.

La única manera, entonces, de que el fantasma se vaya es hacerle frente, enfrentarlo y no evitarlo. A continuación, ofrecemos algunos consejos para lograr vencer el miedo al cambio:

1. Observa cómo has cambiado

Como mencionábamos hace unos momentos, el cambio es inevitable, así que, si le echas un vistazo a tu historia personal, seguramente descubrirás muchas oportunidades en las que has atravesado por cambios, en las que te ha ido bien y has tenido éxito.(1)

Esos cambios han aportado a tu vida. Reconoce, entonces, la importancia y la contribución de los cambios con tu estado actual, y observa como sí eres perfectamente capaz de hacerle frente a los cambios.

2. Acepta la realidad

Aunque el rechazo y la negación ante los cambios que no puedes manejar son considerados reacciones totalmente normales, reconoce que estos sentimientos solo te demandarán energía y tiempos perdidos. Pues a la larga tendrás que terminar aceptando la realidad tal y como es.(2)

Por ejemplo, si tu pareja termina la relación, no importa cuánto te desagrade la idea o cuanto niegues esta nueva realidad, si esta persona ya no quiere estar contigo no habrá forma de que lo evites.

Sería mejor entonces utilizar tus energías en reponerte y adaptarte a los cambios, que en evitar algo que no se puede evitar.

3. Implementa cambios pequeños

Una manera de que puedas asumir con más facilidad los grandes cambios, cuando estos se presenten, es que te entrenes un poco en manejar los cambios. Por lo mismo, no sería mala idea que empieces a realizar algunos cambios en tu día a día.

No se trata de cambiar por completo tu vida, ni de introducir cambios que te generen demasiada ansiedad, pero si puedes ir haciendo algunos cambios paulatinos que te ayuden a ir enfrentándote a situaciones nuevas, de modo tal que cada vez se te haga más fácil.(2)

No se trata, por ejemplo, de que mañana renuncies a tu empleo solo por buscar un cambio y que luego te pases muchos meses sin trabajo, pero tal vez podrías irte de vacaciones a un lugar distinto, o hacer algo que nunca hiciste. A veces cambios tan simples como un cambio de look pueden ser el inicio de que empieces superar el miedo al cambio.

Así que anímate, disfruta de la vida con sus cosas buenas y malas, y recuerda que, nos guste o no nos guste, todo cambia.